Durante 2021 la FAO se propuso dar más visibilidad a la producción mundial de frutas y verduras para
⇨ Crear conciencia de los beneficios nutricionales y para la salud
⇨ Como parte de una dieta y un estilo de vida diversificados, equilibrados
⇨ Dirigir la atención de las políticas hacia la reducción de las pérdida y desperdicios de estos productos altamente perecederos.
⇨ Apoyar en desarrollo rural de los pequeños productores y comercializadores.
Esta no es la primera ni la última iniciativa que valora las frutas y verduras como los alimentos más saludables dentro de nuestras pirámides alimenticias además de que su consumo no sólo es beneficioso para los consumidores, sino también para el sistema alimentario.
Como se dice en el de la FAO, el sector de frutas y verduras contribuye a incrementar la biodiversidad, generar sostenibilidad ambiental y mejorar los medios de vida de los agricultores y empleados que operan a lo largo de las cadenas de valor.
La producción mundial de frutas y verduras es creciente pero aún se necesita una progresión mayor para que estos productos lleguen a todos.
En 2020, se produjeron algo más de 887 millones de toneladas métricas de fruta a nivel mundial. La mayoría de este volumen se originó en Asia. En concreto, la producción de fruta fresca registrada en el continente asiático alcanzó aproximadamente los 516 millones de toneladas durante el año referido. En contraposición, Oceanía fue la región que menos fruta fresca produjo durante el año 2020.
Cada país tiene grandes diferencias en función de si es productor o no de frutas y verduras. EE. UU. por ejemplo, ha estado importando una gran parte de sus frutas y verduras frescas, con importaciones por un total de más de $24 mil millones en 2019, algo que se quiere cambiar y revertir, se espera que la demanda sea mayor y el autoabastecimiento se hace cada vez más necesario para no depender del mercado fluctuante.
En Europa, el valor de la producción de frutas y hortalizas alcanzó los 73.091,69 millones de € en 2020, un 10% más de la media (2015-2019).
La producción mundial de frutas y verduras es creciente pero aún se necesita una progresión mayor para que estos productos lleguen a todos.
La evidencia es clara. Las frutas y verduras son una parte importante de una dieta saludable. Ayudan a los niños a crecer y apoyan las funciones corporales y el bienestar físico, mental y social en todas las edades.
Pueden ayudar a prevenir todas las formas de malnutrición (desnutrición, deficiencia de micronutrientes, sobrepeso y obesidad) y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles.
Los efectos de comer fruta y verdura tienen relación con los nutrientes que contienen entre los que destacan las vitaminas, minerales y la fibra.
A medida que los consumidores han entendido los valores del consumo de frutas y verduras frescas a través del interés por estudios científicos que demostraban sus bondades, la categoría se ha disparado.
No solo estamos ante una nueva cultura del autocuidado y bienestar sino también ante una creciente preocupación por el aumento en la tasa de enfermedades y la posibilidad de ser responsables en la prevención de estas a través de los alimentos.
Se une a todo esto la conciencia ambiental que aparece dentro del ranking de las preocupaciones más integradas por los consumidores a la hora de elegir productos para su consumo, donde las frutas y verduras son percibidas como alimentos sostenibles.
En comparación con otros alimentos como los cereales (arroz, maíz, trigo) las inversiones o programas de innovación en el desarrollo agrícola de los cultivos de frutas y verduras no se han potenciado desde las políticas gubernamentales.
En el pasado, los gobiernos y las organizaciones internacionales se centraron en garantizar la seguridad alimentaria en términos de calorías más que en términos de nutrientes: han puesto más esfuerzo en llenar los platos en lugar de aumentar la variedad de alimentos en el plato.
Este sector tiene un alto potencial de desarrollo que parten de sus características principales como sector primario.
● Una alta atomización y por su fuerte arraigo rural
● Baja tecnificación y poca inversión en investigación
● Cadenas de suministro largas
● Productos perecederos
En los últimos 10 años hemos visto cada vez más en la cadena de valor tecnologías para mejorar los servicios postcosecha, el almacenamiento, el transporte y la elaboración a fin de preservar el contenido de nutrientes y el sabor, y reducir las pérdidas.
Diferenciamos las innovaciones en función de que parte de la cadena de valor estamos, ahora mismo el foco está puesto en la agricultura de precisión algo que va a empujar mucho el sector y que está dando pasos cada vez más acelerados, pero no se quedan atrás el resto de innovación como la digitalización, el blockchain y todas las relacionadas con productos de cuarta gama y envases respetuosos con el medio ambiente.
La introducción de nuevos cultivos, la mezcla de especies o el uso de técnicas agrarias para mejorar la resistencia de los cultivos a las plagas han sido innovaciones vistas en este sector.
La producción ecológica lleva años apoyando la innovación en una nueva forma de cultivar y obtener productos más respetuosos, disminuyendo el consumo de insumos como plaguicidas y fertilizantes. Una categoría que está implantada y cuya capilaridad ha generado crecimientos importantes mundialmente, superando en porcentajes superiores al 5% a los productos convencionales.
Otros factores importantes son el uso adecuado de recursos como el agua, un recurso muy valioso y donde la falta de este se convierte en una amenaza para los cultivos.
Una start up denominada UTW ha basado su innovación en un sistema de drones que monitorizan las necesidades del suelo a través de agricultura de precisión y detectan si es necesario su riego.
Los alimentos que puedan aportar valores beneficiosos al individuo generan mucho interés por el consumidor que ve en su funcionalidad una forma de prevenir enfermedades y mantener su salud y bienestar.
Las frutas y verduras tienen efectos beneficiosos, algunas de ellas especialmente interesantes y así lo demuestran muchos estudios científicos.
Alimentos como el brócoli, el aguacate, la granada y los arándanos aparecen como innovaciones, siendo estos valores diferenciales que ayudan al aumento de su consumo.
El consumidor demanda nuevas formas de presentación y productos que les faciliten su consumo y procesamiento, también que permitan mantener los productos frescos por más tiempo evitando la necesidad de comprar a diario.
Estamos muy acostumbrados a ver hortalizas, frutas y verduras envasadas, pero este tipo de productos denominado de cuarta gama no apareció hasta mediados de los 80 donde se comenzó a comercializar para dar una solución práctica al consumidor.
Las frutas y verduras de cuarta gama ofrecen la ventaja de no tener que realizar ningún proceso en casa ya que vienen lavadas, troceadas y envasadas en una atmósfera protectora o al vacío, lo que le confiere una caducidad de más tiempo.
El uso indiscriminado de materiales plásticos en los envasados de frutas y hortalizas ha generado rechazo por un consumidor más respetuosos y concienciado.
La nueva regulación sobre residuos y envases aporta también cambios significativos a esta nueva categoría puesto que aparece la obligación de eliminar el plástico en frutas y hortalizas sí tiene menos de un kilo y medio, además de penalizar con un impuesto al plástico de un solo uso.
El uso de materiales diferentes como los compostable a base de caña de azúcar, maíz, fécula de patata o algas aporta la ventaja de que el consumidor final puede así desechar la bandeja sin problema.
Otras innovaciones son las que reducen al mínimo los envases o llevan el sello "sin plástico".
Los supermercados y tiendas de proximidad han entendido que los productos frescos son los que más atraen a los consumidores por la experiencia de compra con lo que se está ampliando su espacio además de la información que puede contar la marca a través de ellos.
Aparecen innovación en modelos de negocio donde el producto se cuida como un mimo especial y se le da una presencia antes nunca vista apoyando la estacionalidad y el cultivo responsable.
El consumidor quiere conocer todo sobre el producto, cuando, como y por quien ha sido cultivado, qué productos han sido utilizados para su cultivo y cómo ha sido tratado durante su proceso.
Acostumbrados estos últimos años a una venta on line en crecimiento exponencial se han abierto diversas plataformas que conectan agricultores con el consumidor llevando la oferta más fresca a domicilio.
La transparencia es el valor añadido por excelencia y la tecnología blockchain ha aportado un valor diferencial dentro de la industria alimentaria y sobre todo para los productos frescos.
Las innovaciones digitales hacen posible rastrear los productos frescos desde la producción hasta el consumo. Esto amplía las oportunidades de mercado, reduce las pérdidas y los desperdicios y hace que la cadena de valor sea más transparente.
Además, el uso de las nuevas tecnologías y plataformas digitales como Consentio apoya a los productores en la gestión optimizada de los productos y la transmisión adecuada de la información al consumidor y reduce el factor desperdicio por pérdidas de tiempo y eficacia.
El uso de la tecnología y digitalización será la palanca de esta revolución de la que ya se están empezando a ver en diferentes productos a través de las etiquetas que informan al consumidor de los valores del producto además una experiencia diferencial.