1. 🥕🍏Productos no normalizados en Francia: Rechazados por la gran distribución
Imagínese un campo lleno de zanahorias torcidas, manzanas demasiado pequeñas o demasiado grandes, tomates con ligeras irregularidades... Todos igual de sabrosos y nutritivos que los estandarizados, y sin embargo nunca llegarán a las estanterías del supermercado. ¿Por qué? Porque no encajan en las estrictas normas impuestas por la gran distribución.
Esta obsesión por la estética tiene graves consecuencias para los productores. ¿Qué pueden hacer con estas frutas y verduras rechazadas? Existen varias opciones, pero ninguna es realmente ideal:
- Vender con pérdidas: La industria alimentaria puede ser una salida, pero los precios suelen ser tan bajos que apenas cubren los costes de producción.
- Almacenamiento y clasificación: Guardar estos productos con la esperanza de encontrar un comprador requiere tiempo, espacio y esfuerzos logísticos adicionales.
- Dejar que se pudran o desecharlos: Por desgracia, una parte de estos cultivos se abandona en los campos o se destruye por falta de soluciones viables.
Este despilfarro masivo es absurdo. Según la ADEME, cada año se desperdician en Francia 10 millones de toneladas de alimentos, de los que una parte importante corresponde a frutas y verduras consideradas "demasiado imperfectas" para los estantes de los supermercados.
La Ley Garot de 2016 intentó abordar el problema obligando a los supermercados a donar sus alimentos no vendidos a organizaciones benéficas. Sin embargo, no aborda directamente el problema de los productos fuera de tamaño. Existen algunas iniciativas, pero siguen siendo demasiado marginales dada la magnitud del desperdicio de alimentos.
En resumen, la Ley Garot prohíbe a los supermercados de más de 400 m² desechar alimentos comestibles y les obliga a firmar acuerdos con organizaciones benéficas para donarlos. Establece una jerarquía de acciones contra el despilfarro: prevención, donaciones, alimentación animal y, por último, valorización energética. El objetivo es reducir el desperdicio de alimentos y ayudar a las personas necesitadas. Sin embargo, sólo se aplica a la gran distribución, lo que deja importantes pérdidas en fases anteriores de la cadena de suministro.
2.🛒🍳 Soluciones emergentes, pero aún insuficientes
Afortunadamente, algunos agentes se niegan a rendirse y están explorando soluciones para dar una segunda vida a estos productos:
- Transformar: ¿Por qué tirar cuando podemos transformar? Sopas, compotas, mermeladas... Estas frutas y verduras "imperfectas" pueden cobrar una nueva vida bajo otra forma.
- Cadenas de suministro cortas y venta directa: Cada vez más agricultores eluden a los grandes minoristas y venden sus productos directamente a través de mercados, AMAP o plataformas en línea.
- Integración en los supermercados: Algunos minoristas están adoptando la idea, como Intermarché con su campaña "Frutas y verduras feas", lo que demuestra que los consumidores están dispuestos a comprar estos productos cuando se les da la oportunidad.
- Plataformas B2B y herramientas digitales: Consentio facilita las conexiones entre productores y compradores a través de una plataforma digital B2B, optimizando la valorización de productos no estándar. Con sus herramientas digitales, agiliza las transacciones y reduce los residuos, al tiempo que ofrece nuevas oportunidades económicas.
- Restaurantes e industria alimentaria: Algunos chefs y procesadores de alimentos están asumiendo el reto incorporando estos productos a sus menús. (Ejemplo: Thierry Marx, chef con una estrella Michelin comprometido con la lucha contra el desperdicio de alimentos, utiliza verduras dañadas para purés, sopas y salsas en sus restaurantes).
Estas iniciativas demuestran que otro modelo es posible, pero el desarrollo a gran escala requiere una movilización colectiva y un verdadero cambio de mentalidad.
3. 💡Hacia una revalorización sistemática de los productos atípicos
La forma en que vemos las frutas y hortalizas debe evolucionar. Aceptar productos de forma irregular no significa comprometer la calidad. Al contrario, apoya a los productores, reduce los residuos y fomenta un consumo más responsable.
Algunas ideas para acelerar esta transición:
- Educar a los consumidores: Con demasiada frecuencia, compramos con los ojos. Destacar el sabor y las cualidades nutricionales de estos productos mediante campañas de concienciación podría cambiar los hábitos de compra.
- Evolucionar la normativa: ¿Por qué no imponer una cuota mínima de productos atípicos en los pasillos de las tiendas? Esto animaría a la gran distribución a revisar sus criterios de selección.
- Mejorar la logística: Gracias a las herramientas digitales, optimizar las existencias y garantizar una redistribución eficaz es ahora más fácil.
- Fomentar la innovación: Hay que apoyar y desarrollar las cestas de frutas y verduras imperfectas, las aplicaciones de reventa y otras nuevas ideas.
Si valoramos estos productos en lugar de rechazarlos, podemos convertir un problema en una oportunidad. Lo que actualmente se considera "desecho" puede convertirse en un recurso valioso. Es un reto económico, ecológico y ético. ¿Y si, en lugar de juzgar un tomate por su forma, lo eligiéramos por su sabor?