En el libro El Segundo sexo, escrito por Simone de Beauvoir, la autora explica a través del materialismo histórico de Engels que en la división más primitiva del reparto de tareas ambos sexos aportaban a un hogar de forma equitativa. Mientras el hombre tenía que salir a cazar, las tareas del hogar a la par que la agricultura eran tarea de las mujeres. En consecuencia, ambas partes aportaban a la economía del hogar.
Históricamente, han sido muchos los acontecimientos que han marcado el papel de la mujer en la agricultura. Sin embargo, hoy en día la agricultura ha quedado relegada a un papel masculino, según las últimas estadísticas recogidas por Eurostat en 2016. Las cifras muestran que en la Unión Europea hay una importante minoría de mujeres, siendo el 28% frente al 72% de hombres.
Los países que tienen una mayor proporción de mujeres en estas áreas son Letonia y Lituania, donde las mujeres abarcan casi la mitad de la población agrícola con un 45%, frente a cifras alarmantes en países como Alemania, Dinamarca, Malta o Países Bajos donde tienen un porcentaje de 10%, 8%, 6% y 5% respectivamente.
Además, esta brecha podría aumentar los siguientes años, puesto que del total de mujeres tan solo el 4.9% son mujeres menores de 35 años y un 40% es mayor de 65 años.
Dado que gran parte del papel de la mujer en la agricultura se centra en las regiones rurales y no es remunerado, la FAO propone para reducir la brecha:
1. E1. Eliminar la discriminación del orden jurídico: cada país tiene la responsabilidad de mirar las leyes y cómo están reguladas en términos de propiedad de tierras, beneficios familiares y matrimoniales, permitiendo a las mujeres reclamar su derecho sobre las tierras.
2. Capacitar a las mujeres en sus derechos sobre las tierras: debe existir una mejora de los conocimientos jurídicos básicos en las mujeres. Así, los funcionarios encargados de los programas relacionados con la tierra deben capacitar a hombres y mujeres en sus derechos, además de instruirlos en materia de equidad de género.
3. Mirar detenidamente el papel que tiene la mujer en la familia: muchos de los trabajos agrícolas que realiza la mujer no son reconocidos ni remunerados puesto que a estos se suman en el plano central la crianza de hijos y el manejo del hogar. Se debe buscar un balance entre la reproducción y su papel en la producción.
4. Instruir a las mujeres en materia de finanzas: esto les permitiría comprender mejor cómo comerciar, incentivándolas a obtener un beneficio económico de su trabajo.
5. Fomentar el uso de la tecnología: desde un teléfono móvil hasta sistemas de administración que permitan mejorar las comunicaciones para comerciar y para realizar sus tareas agrícolas de forma óptima.
Fomentar el papel activo de la mujer en la agricultura es parte del plan de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU. Derivado de esto, se han fomentado programas de apoyo a la agricultura y a la iniciación de las mujeres jóvenes en la agricultura.
La equidad de roles en la agricultura es algo que tiene aún trabajo por delante, pero asegurar que las oportunidades sean asequibles sin importar el contexto o la ubicación geográfica permitirá que más alimentos sean producidos, que el hambre pueda ser saciada en muchos lados del planeta, tener una oferta de productos y, sobre todo, tener a mujeres trabajadoras dueñas de su trabajo.