Una de cada tres mujeres que trabaja lo hace en la agricultura, reconoce el estudio “World Employment Social Outlook”; además, en las áreas rurales con difícil acceso a servicios de agua, son las mujeres y niñas quienes aseguran su abastecimiento, haciendo hasta un 80% del trabajo.
Las mujeres rurales juegan un papel primordial en la agricultura, vital para el desarrollo del campo y de la seguridad alimentaria. Reconociendo esto, en diciembre del 2007, la ONU declaró al 15 de octubre de cada año como el Día Internacional de las Mujeres Rurales.
En el estudio “El papel de las mujeres en la agricultura” realizado por la FAO y la División de Economía del Desarrollo Agrícola se estima que entre un 60% y 80% de las mujeres que viven en países en vías de desarrollo trabajan en labores agrícolas. No obstante, las estadísticas rara vez demuestran un número confiable, ¿por qué? Muchas mujeres no perciben en sus labores un aporte económico, como sucede en el caso de la recolección o el deshierbe de la tierra, considerándose a sí mismas primordialmente “amas de casa”. A su vez, la mayoría de estudios realizados toman una muestra muy pequeña o no tienen una metodología similar que permita comparar datos.
Otra de las razones por las que llegar a cifras definitivas se vuelve complejo se debe a que en el campo el proceso no es lineal como: “plantar una semilla, hacer crecer un huerto y llevarlo a su destino”; detrás de la comida que llega a nuestras mesas se esconde una cadena compleja que compromete diferentes factores como el trabajo manual, la tierra, la inversión económica, así como los servicios que incluyen fuerza animal o maquinaria, semillas, fertilizantes y agua. Medir la aportación de cada género por fase y división ha sido un reto para muchos estudios y, hasta ahora, no han llegado a ninguna conclusión confiable.
A partir de la COVID-19 y como parte de la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales en 2020, la ONU denunció que durante la pandemia las mujeres en el campo estuvieron más expuestas a ser vulneradas, teniendo un acceso escueto a servicios básicos de higiene y salud y de infraestructura, como lo son el agua o la electricidad.
Asimismo, sus derechos a la tierra y a los recursos se han visto afectados, lo que pone en peligro su legado y aumenta la brecha de género, tema del que ya habíamos hablado en este blog.
Mirando aparte de las estadísticas y divisiones, algo es innegable: las mujeres juegan un papel decisivo en las labores del campo, reconocidas o no, sea en la fase que sea.
Se necesitan impulsar leyes que les permitan tener derechos sobre la tierra que trabajan y sobre sus labores; a su vez, se necesita un esfuerzo conjunto para generar concienciación de su labor, aportación y empoderamiento, lo que a su vez facilitaría la realización de análisis y presentación de planes que ayuden a reforzar y reconocer su trabajo.
Como consecuencia, tendremos una seguridad alimentaria reforzada, que permitirá un abastecimiento cada vez más confiable, y principalmente, más justo.
Para celebrar su labor hemos organizado este vídeo en colaboración con mujeres que trabajan en el campo y que, además, han encontrado una forma de comunicar y visibilizar sus actividades. Falta mucho por hacer, pero cada vez son más las huellas que podemos ver de sus pasos.
